jueves, 2 de junio de 2011

Hondureños que hacen sombra




En el marco del VII Festival del Centro Cultural Miguel Ángel Asturias se presentó en el Teatro de Camara Hugo Carrillo el magistral montaje proveniente de Tegucigalpa, Honduras en base a la obra clásica del teatro italiano “La Mirandolina”, de Carlo Goldoni.

Con la petulancia de los chapines, algunos de mis acompañantes comentaban que no pareciera que en Honduras se hiciera buen teatro. Pues si, les dije. Me consta no solo porque viví allí sino porque se del tesón de los catrachos de hacer las cosas bien, cosa que hemos perdido en Guatemala.

Mientras en Guatemala nos quedamos con el complejo de Capitanía General, los otros países se han desarrollado culturalmente sobremanera. Si revisamos la historia de nuestro teatro esta obra no se ha puesto nunca cuando es cotidiana en lugares como Argentina y España por solo mencionar dos y últimamente en aéreas como la hondureña.

Y es que Guatemala, tierra de abortos ha ido muy bien encaminada varias veces. Una de ellas era cuando yo estudie teatro en la ENAD cuyos primeros montajes me recordó esta puesta en escena de la Asociación Cultural Memorias de Honduras donde, como en el montaje catracho, se combinaba un buen texto, una dirección acertada, magistral y pedagógica, talento innegable de los alumnos y mucho pero mucho estudio.

Si algo caracteriza al trabajo “La Mirandolina” es su escuela. Toda la obra goza de unidad en los signos, rara vez encontrada en los montajes actuales guatemaltecos. Destacan las escenas de los interiores de los personajes pintadas con luz roja y las actuaciones que combinan magistralmente el decir, la expresión corporal, el desplazamiento y el tono.

Esta historia sigue una tendencia ya marcada por la Asociación Memorias, que a través de los montajes escénicos se ha dedicado a reivindicar el papel de la mujer en la historia, reflejado claramente en obras como “Los Monólogos de la Vagina”, “Lisistrata” y ahora “La Mirandolina”, que se suma a las heroínas enaltecidas sobre las tablas del escenario.

En el interior de una posada italiana del siglo XVIII habita una mujer que rompe con los esquemas de la sociedad en la que vive. Y esto también es un ejemplo para los guatemaltecos en los que aun predomina el machismo y ha sido muy difícil el desarrollo y promoción de las mujeres de las que obviamente La Mirandolina, dueña de la posada es símbolo en la cultura occidental.

La obra cuenta con una estructura muy ágil y durante cada acto va logrando captar cada vez más la atención de los espectadores, que conocen de primera mano a la máxima heroína de la dramaturgia del siglo XVIII.

El padre de la Mirandolina acaba de morir; esto obliga a la joven a hacerse cargo del negocio de la familia y aceptar el reto de poder vivir sola y enfrentarse a un mundo dominado por los hombres, que en esta obra están representados por un Conde, que es rico pero que acaba de comprar su título ya que su ascendencia no es noble sino mas bien burguesa.

Por otra parte, está un Señor Marqués que ha sido noble pero que ha perdido toda su riqueza por la forma de vida que ha llevado, llena de lujos propios de las costumbres aristocráticas que predominaban en la época.

Se puede decir que ambos personajes reflejan en sí mismos el cambio del sistema que se daba en esos momentos en Europa. En la historia también es parte la visión de un señor caballero que tiene la conciencia de la época sobre lo que las mujeres deben ser: las mujeres no pueden ser independientes, no son capaces de administrar negocios, no deben ser libres, deben estar en la casa para tener hijos y cuidar de ellos, etc.

La artista y directora de teatro, Inma López representa a la Mirandolina. El resto del elenco lo forman José Luis Recinos, Eric Pineda, Ana Sofía Velásquez, Gary Nazar, Santos Miguel Salgado

Tito Ochoa es el director. Egreso de la Academia de las Artes de las Musas, de la República Checa, y lleva 25 años de trabajo teatral. Rescata en este montaje a uno de los personajes variopintos que se encuentran en la posada de Mirandolina, la posadera, una mujer que sabe utilizar a la perfección sus armas de seducción para conquistar a caballeros de diversa índole.

Pero no solo este personaje femenino pone en relieve lo femenino, valga la redundancia. Aparte de las actitudes machistas y de cacería de todos los personajes masculinos, los enredos se dan cita en la posada con la llegada de dos comediantas que se hacen pasar por damas y se mofan de esta aristocracia.

En definitiva, son las maneras de mofarse de la aristocracia y burguesía decadente las que en su día tacharon la obra de Goldoni como falta de ética. Sin embargo, es la ética la que está muy presente en cada uno de los personajes. Pero este tema se queda como un simple argumento complementario a la obra, cuyo mensaje principal, y que al final de la obra lanza Mirandolina al público como reflexión, es la independencia y autonomía de la mujer.

Un canto a su libertad que al final es la libertad de todos... Y llegado gracias a la magia del Teatro. Por ello es inaceptable que este en Guatemala se siga haciendo en medio de tanta mediocridad… El reto es volver a intentos como los que mencionaba en ENAD donde se produjeron trabajos como “La Mandrágora”, “Moliere”, “El Juego que todos Jugamos”, “Pluto y la Riqueza”, “El Señor Presidente” entre otros de gran envergadura. De la misma dicha escuela hay suficiente personal preparado para aceptar el reto...

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