jueves, 10 de noviembre de 2011
La 9ª de Julio Santos
Ni bien vi el anuncio de la nueva presentación de la 9ª Sinfonía de Beethoven me dije a mi mismo que no me la perdería y recordé como en uno de los periódicos estudiantiles en los que me inicie escribí sobre el Éxtasis beethoviano que se siente cada vez que se escucha una de las sinfonías de este inmortal de la música, quien, dicho sea de paso, estuvo presente en mi infancia no sólo por la afición de mi abuelo padrino Fito a la música clásica sino por un busto en miniatura del compositor que en mármol lucia siempre en la sala.
Pues bien, el Sincrodestino me facilitó de nuevo el éxtasis con la connotación nueva de que pareciera estábamos en cualquier país menos Guatemala, tapanco del cual nos bajaba el comportamiento mal educado del publico entre el cual había una vieja platicando con su novio y una alumna del Conservatorio entrando y saliendo para traer aguas, golosinas, etc. escuchándose el abrir de los recipientes en medio de la melodía e indignando a mas de algún otr@ espectador que si sabe como conducirse en una sala como el Conservatorio Nacional de Música. Yo quería decirle algo a la mentada vieja pero hubiese sido hacer mas ruido, a lo cual no podía arriesgarme ante lo sublime de la actuación.
La obra, que también se conoce como Sinfonía Coral, ha trascendido en tal forma que es la única pieza musical nombrada Patrimonio de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, ocasión en la que con Carmen de Leon y Rolando Letona hicimos un especial en mi programa de Radio Faro sobre tan inmortal obra. Este es el segundo año consecutivo en que la Orquesta Sinfónica Nacional presenta el espectáculo y esperemos se vuelva una tradición.
La Novena Sinfonía tiene 4 movimientos. Empieza con un tema principal que transcurre en escalas y variaciones trepidantes, con incisos, más adelante, para los momentos líricos, interrumpidos de nuevo por la intensidad titánica de la composición. El segundo movimiento es calificado por algunos cronistas como “el infierno en llamas”, por su contundencia y velocidad, suavizado majestuosamente en la recapitulación. El cuarto movimiento, que contiene una melodía fácilmente reconocible y mundialmente famosa, la Oda a la Alegría. Recitativo, que destaca en la pieza musical, porque está basado en la Oda a la Alegría, de Friedrich Schiller, admirada por Beethoven y sobre la que pensó componer una melodía, en 1793. Y a mí en lo personal, me fascina más el 2 que el 4, aunque este me trae por reflejo condicionado el recuerdo del filme Amada Inmortal y la imagen de Beethoven viendo al cielo las estrellas para inspirarse.
Obviamente, la parte coral es la más impresionante. En esta ocasión se contará con la participación del barítono Luis Felipe Girón May, el tenor salvadoreño Eliomín Zelaya, la soprano Tita Maegli y la contralto Agnes Kretzschmar. El coro fue integrado por más de 180 voces de los grupos Coro Victoria, Centro Español y Escuela Normal de Educación Musical Jesús María Alvarado, jornada intermedia, los tres dirigidos por Santos. También participaron el Coro Juvenil, a cargo de José Quiroa; Esperanza Juvenil, de Dalila Azurdia; el de la Universidad Rafael Landívar, de Félix Azurdia; de los Padres del Liceo Javier; de la Universidad de San Carlos, de Édgar Muñoz, y el Coro Nacional de Guatemala, de Julio Pirir, e invitados especiales de varias agrupaciones.
Toda la obra es un preparatorio para el recitativo. El público ya va expectante. Pero se renueva cuando uno encuentra una calidad interpretativa como en esta ocasión donde todo es de primera y muy especialmente la del director Julio Santos Campos, el primero en extasiarse para transmitir ese no se que invisible que tiene la obra a cada uno de los espectadores, toda vez cumplan en el requisito que Brecht decía de pertenecer a la categoría de iniciados en el Arte. Las otras, el no iniciado o el medianamente iniciado al que sin duda pertenece esa chuzma a la que aludo párrafos arriba.
ASPECTOS ESOTERICOS
Consultando al Dr. carlos Seijas sobre el aspecto esoterico de la 9a Sinfonia me envia la siguiente informacion que vale la pena tomar en cuenta.
Según E. Bordeaux, uno de los biógrafos de Beethoven (1770-1827), para el gran músico alemán las nueve sinfonías son «lo que el Sermón de la montaña es para la vida de Jesús: sus sinfonías son la lucha intensa de Jesús en el huerto de Getsemaní». Una aproximación adecuada a la personalidad del gran músico que ya componía a la edad de doce años y que se quedó sordo a los treinta y dos. Beethoven vivió casi toda su vida en Viena, en condiciones a menudo precarias, y murió a los cincuenta y siete años, cuatro años después de componer la 9a Sinfonía.
Estas extraordinarias creaciones constituyen una de las piedras angulares de la historia de la música. Además, según algunos esoteristas, representarían una especie de trayectoria iniciática, una ascesis en la que los expertos en simbolismo han visto un perfecto equilibrio entre alma y cuerpo, entre lo sagrado y lo profano.
En la 1º Sinfonía estaría encerrado el mundo físico: los cuatro movimientos constituirían una alegoría de los cuatro elementos (aire, fuego, tierra y agua), activos en la turbación primordial de la tierra.
La 2º Sinfonía designaría el mundo etéreo: la música expresaría el movimiento de los espíritus de la naturaleza que envuelven la existencia natural.
En la 3º Sinfonía, llamada Heroica, se plasmaría la lucha entre el espíritu y la materia, caracterizada por una tensión que los esoteristas consideran la aplicación del adepto a sustraerse de los límites del materialismo.
El equilibrio y la búsqueda de la belleza serían el sustrato de la 4º Sinfonía, en la que cuatro movimientos son designados como Serenidad, Felicidad, Belleza y Paz. En la práctica el adepto encontraría en estas notas los elementos necesarios para llevar una existencia correcta.
La 5º Sinfonía está considerada una especie de síntesis alquímica en la que tiene lugar el choque entre los elementos; este estado es necesario para alcanzar la perfección, una perfección absoluta en que la materia no ejerce ningún peso sobre el espíritu.
La 6º Sinfonía, llamada Pastoral, introduce al adepto en el universo de la luz, cuyo valor depende, naturalmente, del tipo de lectura que se desee hacer de la obra en sí. Para la persona de fe, es el conocimiento de Cristo; para el alquimista, la conquista de la piedra filosofal.
La 7º Sinfonía, designada por Franz Liszt (1811-1886) como «la apoteosis de la danza», decretaría «el ritmo del camino iniciático que concluye, con un momento divino, en la luz eterna».
La 8º Sinfonía se convertiría en palabra para lo que las palabras no saben decir: es la lengua anónima del adepto que ha captado ya la esencia de la materia y sabe escuchar las voces interiores, las de los espíritus de la naturaleza evocados con la 2º Sinfonía.
La 9º Sinfonía sería la etapa final, el punto de llegada para el adepto que ha atravesado el largo recorrido que lleva al equilibrio. Tal vez no sea casualidad que esta obra fuera encargada por una logia francmasona y que, por consiguiente, esté repleta de significados esotéricos accesibles sólo para quienes saben liberarse de las ilusiones de la materia.
Beethoven estaba escribiendo la décima sinfonía cuando muere por lo que queda inconclusa la página que hace una toda esta serie Sin embargo la novena sinfonía incumple con una regla fundamental, la sinforía nace por oposición a la cantata, la forma de música por excelencia del barroco, pues en vez de cantar, solo suena, symphone, sonar todos juntos. Tiene coros, de cuatro registros inusuales: Soprano, Mezzosoprano (no usa contraltos), Tenor, Baritono (no usa bajos), y cuatro solistas: una soprano, una mezzo, un tenor y un barítono. Eso suma Cuatro movimientos, el cuarto como cuaternario menor, simboliza el canto de cuatro y cuatro, es decir ocho la reintegración el nombre del Cristo cantada en compás de ¾ en Re menor y luego mayor.
Los timbales son la guía temática, pues el primer movimiento es el iniciado aprendiendo, buscando sin mucho sentido por la vida. El segundo es el Aprendiz el Asociado que desea usar lo aprendido de ahí los rayos que parecen como lanzados por Zeus, y finalmente encuentra la paz profunda en el tercer movimiento (para mí el más encantador) y en el cuerto es consagrado como dios, el que puede ser como el sol y por ende con esa música hermosa, yendo contra todas las leyes amar al universo, hacerse uno. Habría más que decir pero por el momento me quedo con estas ideas básicas
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