lunes, 26 de marzo de 2012
Directiva Cámara de Periodismo
César Chupina ha integrado la directiva 2012 13 de la Cámara Guatemalteca de Periodismo, integrada de la siguiente manera
Lic. Pedro Trujillo Álvarez Presidente
Licda. Sylvia Gereda Vicepresidente
Lic. Giovanni Fratti Secretario
Licda. Gladys Figueroa Tesorero
Licda. Elsie Sierra Director I
Lic. César Chupina Director II
Lic. Luis Gómez Director III
La toma de posesion fue en Hotel Barceló de la Ciudad de Guatemala e incluyola juramentacion de la nueva directiva asi como de las Comisiones de la entidad..
Pedro Trujillo, nuevo Presidente dirigio emotivo discurso donde destaco el aspecto academico que privara en la nueva directiva.
Antonio Flores, presidente saliente hizo un recuento de lo hecho en las directivas en las que el ha estado, las cuales han marcado un nuevo giro para la entidad.
Las graficas de esta pagina son del periodista Humberto Batz.
DISCURSO DE PEDRO TRUJILLO AL TOMAR POSESION
Saludo
Queridos asociados, invitados, amigos en general. Muchas gracias por estar presentes en este día tan especial para nosotros y, en general para todos, porque a fin de cuentas el cambio de directiva no deja de ser un excelente momento para homenajear la libertad de expresión que es, en el fondo y como fin último, lo que nos reúne en este acto.
Antes que nada es justo y necesario, hacer un pequeño homenaje a las personas que fundaron, hace 35 años, la Cámara Guatemalteca de Periodismo y a quienes la llevan en el corazón y son miembros activos o ya no, de ella. A ese grupo de personas que un día decidió tomar las riendas de una asociación que luchara por la libertad, creo que lo menos que se le puede hacer es reconocerle su valentía, esfuerzo y dedicación, así que les pido un aplauso para todos ellos, muchos anónimos.
Libertad de expresión
A mediados del siglo XVIII, David Hume escribía: “Nada puede sorprender tanto a un extranjero como la gran libertad que en este país disfrutamos para comunica al publico cuanto nos plazca y censurar abiertamente las medidas tomadas por el rey o sus ministros”. Se jactaba el inglés, con toda razón y propiedad, de lo que podía hacer en su país y otros regímenes negaban a sus ciudadanos como en Holanda, Francia o España.
Aquellas disposiciones reales y absolutistas, se unían al tradicional sello de “imprimatur”, impulsado por la iglesia católica, que era una forma encubierta de validar documentos, libros o ensayos que se podían circunscribir a ese espacio de la moral del época. La censura estaba presente y hay muchos casos en los que el lector percibe una especial benevolencia o falta de comprensión por el censor. Estos es, eran censores que leían, pero parece que no se enteran del todo, algo que tampoco difiere mucho de lo que pasa en la actualidad con algunos políticos.
Mas tarde, otros autores tratan el mismo tema. Quisiera referirme a Alexis de Tocqueville, quien en el siglo XIX, en su libro LA DEMOCRACIA EN AMERICA, dedica un especial apartado a la libertad de prensa en los Estados Unidos y, tras alabarla y estudiar su impacto, agrega: “Confieso que yo no siento por la libertad de prensa ese amor rotundo e instantáneo que se concede a las cosas soberanamente buenas por naturaleza. La amo por la consideración de los males que impide mucho mas que los bienes que aporta” y, más adelante continúa: “La independencia de la prensa no debe ser considerada como una garantía más, sino como la única garantía que queda de la libertad y de la seguridad de los ciudadanos”. Sigue el francés reflexionando sobre el tema mucho más profundamente, pero basta con estas gotas para que se animen a estudiarlo y reflexionar sobre su parecer.
Sin embargo, esa preocupación que por siglos se ha venido reflejando en diversos ensayos, para el hombre de hoy, quien accede miles de páginas web, sintoniza cualquiera de los seiscientos canales de TV disponibles o escucha no importa que emisora de radio, pareciera que no existe. Damos por hecho que la libertad de expresión existe, está ahí presente, desde siempre y es imperturbable, y sobre ese falso y peligroso supuesto desarrollamos nuestra diaria actividad. Pero, no es cierto. No hay una sola expresión de la libertad del ser humano que sea permanente ni que esté estrechamente vigilada por quienes buscan continuamente vulnerabilidades. De entrada no hay libertad de expresión en regímenes socialistas como Cuba y Venezuela y, en otros, como Ecuador hemos visto hechos y actividades que cuestionan la misma o, si se desea, que pretenden direccionarla, con lo que pierde de libertad en sí misma. Esto no es una suposición sino que es medido anualmente por algunas instituciones como Reporteros sin Fronteras quien sitúa a Cuba en el puesto 167 de 180 (último de América) y a Venezuela y Ecuador en los lugares 120 y 104 respectivamente.
Pero, no nos rasguemos la vestiduras mirando hacia a fuera sin tener la capacidad crítica de mirar lo que ocurre al interior del país. Guatemala está posicionada en el número 98 y, en años anteriores, lo estuvo en el 77, 106 y 101 en 2008, prácticamente en la mitad de la tabla o incluso más abajo, según el periodo de tiempo en cuestión. Vemos como algún mandatario de anteriores gobiernos olvidó la proscripción de ciertos delitos y emprendió acciones legales por difamación contra una periodista y seguimos comprobando cómo con dinero público la alcaldía capitalina aplaude decisiones como las del presidente Correa o ataca a la prensa, cuando no la enfrenta. No hay que irse, como era presumible, muy lejos para ver la paja en el ojo propio, sin ignorar la viga en el ajeno. El autoritarismo, y esto debe quedar claro, es el punto contrapuesto a la libertad de prensa.
La historia demuestra que la libertad de expresión, tal cual Hume contemplaba, es el freno a los desmanes de los gobiernos. No hay sistema político realmente equilibrado en sus múltiples aspectos que no esté sustentado en la libertad de expresión. Muchos de esos gobiernos progresistas abogan por el cumplimiento de los derechos humanos, pero olvidan interesada o fácilmente que la libertad de expresión es uno de ellos.
La libertad de expresión es el contrapeso natural y muchas veces el único que puede enfrentar el despotismo o el ejercicio inadecuado del poder político. No hay otro por la trascendencia y la dimensión que tiene precisamente el periodismo en cualquiera de sus manifestaciones. Enfrentar los medios es querer gobernar imponiéndose y eso está reñido con los principios republicanos que nos enmarcan.
Opinión pública
Lo anterior nos lleva a la reflexión sobe la opinión pública que no deja ser generada por los medios. Se ha llevado a afirmar que “lo que no se cuenta no existe; o, más modestamente, sus posibilidades de formar parte de la realidad percibida son mínimas”. Me atrevería a agregar que la oportunidad para contar lo que ocurre, también es sustancial con la afirmación anterior. Es preciso hacerlo en el tiempo adecuado para que la vigencia no reduzca el necesario impacto. De esa suerte se puede generar lo que se ha venido a denominar opinión pública. Noelle-Neumann en un interesante trabajo titulado “la espiral del silencia” termina por reconocer que todavía no sabe lo que es la opinión pública. Se ha venido en querer definir de muchas formas y al final no se termina por concretar el propio termino de manera que los estudiosos, como Elizabeth parecen que se mueven en la tangencialidad del termino. Lo que si parece cierto es que (en palabras de Neumann) “el tribunal de la opinión pública obliga a los hombres a amoldarse por miedo al aislamiento” y el ser humano termina silenciando su opinión antes que enfrentar ese modelo único, esa opinión pública que lo aparta a un lado cuando no hay coincidencia. De hecho, muchos políticos, tal como afirmaba Tocqueville, terminan por intentar enfrentar, confrontar, convencer o adherirse a esa opinión publica y su objetivo de gobierno no es otro que navegar en una corriente favorable, de ahí, la creación de espacios mediáticos de gobierno como hemos podido ver en algunas administraciones para que el ciudadano se sienta cerca de su administrador político y aquel cuente con el beneplácito de los votantes. Un ejercicio de hipocresía democrática que no soporta el menor análisis filosófico ni moral, en ocasiones.
Aprovechemos la ocasión para reflexionar. Para asumir que la lucha por la libertad, y en particular por la expresión, es un fin mismo del ser humano. Sin libertad, la vida del ser humano deja de tener sentido y significado propio. Es momento de no olvidarse de ello y seguir luchando por conservar la libertad de expresión contra toda oposición especialmente contra quienes desean acallar voces discordantes porque ponen en peligros su malos manejos públicos. No nos dejemos amilanar. La lucha es de todos, de cualquier ciudadano honrado y sepan que mientras estemos al frente de esta institución de prestigio como es la Cámara Guatemalteca de Periodismo o haya alguien dispuesto a sumir el relevo, la libertad de expresión en la país estará asegurada o deberán enfrentar una lucha por respetar lo una condición por la que muchos dieron la vida.
Gracias a todos por su confianza y le animamos abanderar, junto con nosotros, esta noble causa, el de la LIBERTAD DE EXPRESION…
Muchas gracias.
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