Qué placentero fue estar en una de las dos últimas presentaciones del excelente montaje “Pepián de Tres Carnes” de Teatro Barrio Viejo bajo la dirección de Edgar Quiñones quien, me consta el entusiasmo que le puso a este trabajo desde la primeras lecturas año y pico antes de empezar a ensayarla.
Increíblemente se entregó al libreto y éste le respondió en ese casamiento misterioso llamado “hecho teatral”; primero que nada ocultando que son varias historias que el volvió una y que se tornan en conjunto en una magnífica integración de signos teatrales en un espejo de nuestras costumbres y tradiciones aún vigentes en el interior de la República de Guatemala.
Ante la declaratoria del Pepián y otras comidas como Patrimonio Nacional, Edgar se basó en el libro “Una mano de cuentos” del Profesor Hugo Valle y Valle, al cual le vio el potencial para convertirlo en obra dramática, cuidando ue no se perdiera la riqueza de los diálogos existentes que nos narran los cinco cuentos contenidos en el libro. Mas de alguna vez lo sorprendí en su oficina recitando para sì mismo dichos diálogos y tras un ¿qué te parece>? Creó en mí la expectación de querer ver el montaje, el cual pude hacerlo tras la penosa transición de mi abuelita Lola, a quien hubo de velar su sueño durante casi un mes antes de su muerte. Y la menciono porque si alguien era experta en cocina y costura nacional era ella y nadie hacia el Pepián, en la variedad que fuera como ella.
Pero, ¡al fin la vimos! y ¿qué experiencia! De los más exquisito en ese “mi regresar a la normalidad” tras lo de la Abuelita. En el programa de mano, Edgar confiesa que la adaptación no fue nada fácil. Y he allí la razón de su dedicación antes mencionada y mi insistencia en que ni de chiste se notaba que eran historias diferentes sino una sola. El reto era “entender de manera fluida el hilo conductor”. Y lo logró. Esto lo coloca ya entre la gente que escribe teatro en el país y que tan urgidas está de exponentes. Espero siga escribiendo o adaptando. En manos suyas ya Hugo Carrillo tiene un reemplazo con genialidades como la adaptación de “El Señor Presidente” o “María”, entre otras.
Claro está que el Edgar dramaturgo va de la mano con el Edgar director y ambas faces, con el de promotor y defensor de nuestra identidad en este momento se me ocurre que él también es un Pepián de tres carnes que combina la escritura, dirección y promoción de la guatemalidad de manera exquisita. Y condimentado con el talento de los actores y actrices. Siendo ellos:
• Oscar Pelayo. Magnífica su capacidad histriónica y diferenciación de los personajes El Barbero y El Mudo. Excelente actuación.
• El niño José Adelino Oliva. Talento juvenil que combina carisma, ángel y el reto de ponerse a la altura del elenco que bien contiene primerísimos elementos de la escena nacional.
• El primer actor y señor de la escena nacional, don Herberth Meneses, interpretando al abuelo Chente nos da uno de sus personajes más diferentes a los que nos tiene acostumbrados.
• Ivette Monney. Excelente actuación y sobresaliente en su gestualidad y expresión corporal. Sin más comentarios en su interpretación de la Eulalia.
• El señor Roger Ovalle. Nos ofrece una extraordinaria actuación còmica. Y para mí, gracias al aspecto físico de su personaje El Alcalde, a partir de ahora es San Simòn Ovalle o Maximòn Ovalle si lo prefiere. Un fiel retrato de tantas autoridades locales y pueblerinas. Excelente..
• Annelisse Magermans, doña Minerva. No cabe duda que ya es una gran señora de la escena nacional y en comedia, y sobretodo comedia costumbrista, lo mejor de lo mejor.
• Víctor Hugo Villafuerte, don Mateo. Excelente caracterización y dominio escénico. Nos presenta un retrato fiel de los señorones del interior de la República.
• Elizabeth Morales, la partera y doña Tella, dos buenas caracterizaciones. Pero la última se roba el show dándole el toque a la bola del cuento. Excelente.
• Luis Chinchilla, secretario municipal. Buena actuación.
• El resto del elenco integrado por Sergio luna, Rolando Cordón, Mapy Ureta, Mariano Villatoro, Héctor Leal, César Borrayo, Javier Reyes y Rolando Palencia, se acoplan bien.
El maestro Braulio Franco no es actor sino integrante de la marimba “La Norteña del Sur” y las bailarinas Elizabeth Chiguichòn y Gloria Borrayo contribuyen al realismo de la obra en la que el manejo de los elementos es excelente como en el cambio de escenas, adecuación del adorno de la fiesta, integración de agua en el chorro, el fuego de la estufa. Y el aplauso a la escenografía (Roger Ovalle y Juan José García) debe extenderse a los vestuaristas (Héctor leal, Luis Chinchilla y Edgar Quiñonez).
En cuanto a escenas vale la pena mencionar por su calidad de diálogo la de El barbero; por el manejo escénico la de la fiesta; por la magistral actuación las del Alcalde y por el retrato costumbrista de costumbres, tradiciones y supersticiones la de la Partera.
Pues bien, felicitaciones por tan excelente y digno trabajo que nos hace volver a tener esperanzas en esto que se llama teatro guatemalteco, expresión estancada tras la desaparición física de los grandes del siglo XX. Me hace considerar un poco aquello que siempre he dicho PARA VER MAL TEATRO Y ENCIMA DE TODO TENER QUE PAGARLO, EN EL CABLE HAY BUENAS PELICULAS Y GRATIS. Ahora la frase debe extenderse con lo siguiente… PARA VER MAL TEATRO Y ENCIMA DE TODO TENER QUE PAGARLO, EN EL CABLE HAY BUENAS PELICULAS Y GRATIS CON RARAS EXCEPCIONES COMO ESTE PEPIAN DE EDGAR.
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