miércoles, 15 de enero de 2014

Pionero en la Libertad de Expresión





EL PIONERO 


Tengo una razón personal y otra académica para haber querido desarrollar mis ideas acerca del gran personaje Galileo Galilei. Primero que nada, la coincidencia es académica. Estudiando en la Universidad que lleva su nombre, el curso de Técnicas de Investigación 2, con el Dr., de origen cubano, Manuel Diez, este pregunto quién sabía algo del personaje…. yo asentí con la cabeza y de inmediato me dijo, “para la siguiente clase me preparas una charla al respecto”.

Pues me pareció importante debido a que la gente que estudia en las universidades ni siquiera sabe por qué se llaman sus lugares de estudio como se llaman. Pero las coincidencias no cesaron, en una monografía rosacruz, del grado 9, aparece citado en una concordancia al hablar del Péndulo, del cual es creador Galileo. Por ello, dije, este el personaje del que debo hablar este año por lo que abrimos mis charlas al respecto.

A nivel personal, para mi Galileo es intrigante. Siendo pieza clave en la historia sabía lo que hacía. Por ello, se retractó…. Y como eras rosacruz tenía una visión del tiempo que le permitía ver más allá de los limites en los que estaba… pero pese a la Ciencia misma creo que tiene dos connotaciones más especiales, pionero en la Libertad de Expresión y en los Derechos Humanos…. Su vida muestra que no es posible que a los seres humanos nos quiten el derecho de expresarnos, siendo, obviamente, este un derecho humano fundamental…. De esta forma no se ha desarrollado el tema de Galileo pero debemos empezar por algo. Por ello, esta plática tiene este enfoque…. 

PADRE DE LA CIENCIA MODERNA 


Galileo Galilei (Pisa, 15 de febrero de 1565 –Arcetri, 8 de enero de 1642) fue un eminente hombre del Renacimiento, mostró interés por casi todas las ciencias y artes (música, literatura, pintura). Ha sido considerado como el «padre de la astronomía moderna», el «padre de la física moderna» y el «padre de la ciencia». Galileo fue el primer científico que declaró que “el idioma de Dios son las matemáticas”, como dando a entender que el universo se movía por leyes que se pueden calcular y utilizar recurriendo al lenguaje.

Sus logros incluyen la mejora del telescopio, gran variedad de observaciones astronómicas, la primera ley del movimiento y un apoyo determinante para el copernicanismo. Su trabajo experimental es considerado complementario a los escritos de Francis Bacon en el establecimiento del moderno método científico y su carrera científica es complementaria a la de Johannes Kepler. Se considera una ruptura de las teorías asentadas de la física aristotélica y su enfrentamiento con la Inquisición romana de la Iglesia católica suele presentarse como el mejor ejemplo de conflicto entre religión y ciencia en la sociedad occidental.

Según Bertrand Russell, el conflicto entre Galileo y la Iglesia Católica fue un conflicto entre el razonamiento inductivo y el razonamiento deductivo. La inducción basada en la observación de la realidad, propia del método científico que Galileo usó por primera vez, ofreciendo pruebas experimentales de sus afirmaciones, y publicando los resultados para que pudiesen ser repetidas, frente a la deducción, a partir en última instancia de argumentos basados en la autoridad, bien de filósofos como Aristóteles o de las Sagradas escrituras. Así, en relación a su defensa de la teoría heliocéntrica, Galileo siempre se basó en datos extraídos de observaciones experimentales que demostraban la validez de sus argumentos.

En relación a las aportaciones científicas de Galileo, además de las realizadas por Copérnico y Kepler, es frecuente referirse a ellas como una revolución científica en la astronomía que inició la ciencia moderna (caracterizada por la matematización, el mecanicismo y la experimentación) y supuso un cambio de paradigma tanto en la astronomía (paso del geocentrismo al heliocentrismo) como en modo de trabajo en otras disciplinas que se fundamentó en el método científico:

El estudio de los trabajos experimentales y de las formulaciones teóricas de Galileo es importante, sin embargo, no solo para conocer el origen de la filosofía natural moderna sino también para comprender el modo como se pasa de un paradigma conceptual a otro. Por este motivo Galileo es un caso ejemplar, cuyo examen detallado lleva a replantear los problemas capitales de la teoría científica, la filosofía de la ciencia y la epistemología Para Stephen Hawking, Galileo probablemente sea, más que cualquier otro, el máximo responsable del nacimiento de la ciencia moderna; Albert Einstein lo llamó padre de la ciencia moderna.

En resumen, las pruebas de carácter experimental, publicadas por él mismo son las siguientes:

  • Montañas en la Luna.
  • Nuevas estrellas.
  • Satélites de Júpiter.
  • Manchas solares
  • Las fases de Venus.
  • Argumento de las mareas.


Galileo parece ir de triunfo en triunfo y convence a todo el mundo. Por tanto, los partidarios de la teoría geocéntrica se convierten en enemigos encarnizados y los ataques contra él comienzan con la aparición de Sidereus nuncius. Ellos no pueden permitirse el perder la afrenta y no quieren ver su ciencia puesta en cuestión. Se reconoce que Siderius Nuncius, El mensajero sideral, pequeño ensayo escrito en latín, revolucionó a la sociedad de la época; convirtiéndose en el primer tratado de astronomía basado en observaciones directas a través de un telescopio. Aún hoy se lo considera el primer escrito de la ciencia moderna que permitió ingresar a la práctica científica tal cual se la conoce actualmente.

Además, los métodos de Galileo, basados en la observación y la experiencia en vez de la autoridad de los partidarios de las teorías geocéntricas (que se apoyan sobre el prestigio de Aristóteles), están en oposición completa con los suyos, hasta tal punto que Galileo rechaza compararse con ellos.

Una vez que las observaciones de Galileo fueron confirmadas por el Colegio Romano, los ataques cambiaron de naturaleza. Ludovico delle Colombe ataca sobre el plan religioso y se pregunta si Galileo cuenta con interpretar la Biblia para ponerla de acuerdo con sus teorías. En esta época en efecto, antes de los trabajos exegéticos del siglo XIX, un salmo (Salmo 93:1) da a entender una cosmología geocéntrica (dentro de la línea: “Tú has fijado la Tierra firme e inmóvil”. El cardenal Belarmino, que hizo quemar a Giordano Bruno, ordena que la Inquisición realice una investigación discreta sobre Galileo a partir de junio de 1611.

El 21 de febrero de 1632, Galileo publica en Florencia su diálogo de los Massimi sistemi (Diálogo sobre los principales sistemas del mundo) (Dialogo sopra i due massimi sistemi del mondo), donde se burla implícitamente del geocentrismo de Ptolomeo. El Diálogo es a la vez una revolución y un verdadero escándalo. El libro es en efecto abiertamente pro-copernicano, ridiculizando audazmente la interdicción de 1616.

 EL HUMANISTA 


Galileo, como los científicos de su tiempo, son personas formadas humanísticamente, poseedoras de una cultura que deseaban manifestar e incorporar a sus textos, para formar parte del ambiente tradicional de la literatura. En sus ensayos y cartas testimonian la exquisitez de su vocabulario y de una prosa impecable, por lo que junto a Dante Alighieri, Petrarca y otros humanistas, comparte el rol de iniciar una nueva lengua italiana.

Todo el Seiscientos ejercitó una influencia decisiva sobre la lengua, en el modo de expresión y en el desarrollo de los géneros literarios.

Basta pensar en el éxito de Sidereus Nuncios cuando el autor afirmaba: Io l’ho scritto in volgare (énfasis nuestro), y sostenía: “Lo he hecho porque tengo necesidad de que cada persona la pueda leer”. El científico será un referente en la escritura del tratado, desde donde argumentará para persuadir.

Sapegno, en su libro Actos y memorias académicas de la Arcadia, estudió la juventud de Galileo Galilei y su búsqueda intelectual, donde el amor por la poesía y la naturaleza lo llevó a investigar los orígenes de la Arcadia griega.

Sin duda, al conjugar literatura, matemática y formas correctas de expresión, Galileo se fue vinculando con el mundo de las letras desde un lugar comprometido.

Galileo Galilei poseía una memoria envidiable, reconocida varias veces, y lo demostraba citando a sus autores latinos favoritos como Virgilio, Ovidio, Orazio y Séneca. Fue admirador de Petrarca, del poeta manierista Francesco Berni; del cual revalorizó las figuras retóricas y la enumeración paródica, que diera origen a una poesía satírica.

Su gran poeta fue Ludovico Ariosto, del cual escribe Apostillas a Orlando Furioso y también Consideraciones sobre Tasso; cabe recordar que tuvo escasa simpatía hacia la obra La Gerusalemme liberata, no por el estilo sino por el espíritu contrarreformista que ésta representaba. Se dedicó a la lectura de la Divina Comedia y de Dante Alighieri; escribió Lecciones sobre la forma, la disposición y el tamaño del Infierno de Dante, en los que manifiesta toda su admiración por el escritor medieval.

Su arte poético es poético maduro, lo alejan afortunadamente del gusto poético de su tiempo; distinguiéndose de la prosa profética de Giordano Bruno que en su obra “La cena de las cenizas” había intentado hablar sobre Copérnico y de la concepción fabulosa de Tommaso Campanella en su obra Ciudad del sol. Estos autores distaban ideológicamente de Galileo; ya sea por la diversidad de carácter o por la educación mental. Todas las obras de Galileo son esencialmente de debate y subyacen en ese tono; poseen dos vertientes: una de carácter científico-filosófico y otra literaria. Galileo Galilei hereda del Humanismo, anuncia la actitud y razón que tendrán los hombres del futuro Iluminismo. Sostuvo la cultura de su época y sentó las bases de la libertad de pensamiento del siglo XVIII.

Su escritura entronca con la prosa literaria del tratado del siglo XV y de la primera mitad del siglo XVI. Tiene ciertas reminiscencias de la tradición de Pietro Bembo; es decir, que se inspira en los modelos cultos de la tradición florentino-toscana. La renueva simplificando la sintaxis de su prosa, con la claridad de su argumento, renovando su léxico y haciéndolo más acorde con la necesidad de comunicación, con la concreción científica de sus descubrimientos y su posición filosófica; esto lo logra conjugando los registros de su estilo que le permiten avanzar en el conocimiento a través del diálogo y ciertas digresiones.

Muchos autores analizaron la prosa de Galileo Galilei. Italo Calvino fue quien, profundamente interesado, se ocupó en algunos de sus ensayos de la obra del pisano. Es el propio Calvino quien en los años 60, pleno apogeo de los viajes a la luna, declara: “Leopardi admira, en Lo Zibaldone, la prosa de Galileo Galilei, por la precisión y elegancia a la par”.

La especialista en la lengua de Galileo, Maria Luisa Altieri Biagi, subraya que la sintaxis del científico es altamente compleja y hace referencia al uso de las proposiciones unidas por la subordinación, pero que también está dispuesta a la coordinación, a la aceleración del ritmo hasta llegar al estilo fragmentado, consistente en períodos de una sola frase; otros son indicados por la puntuación utilizada como modelo del siglo.

La prosa de Galileo no admite una lectura intuitiva ni una comprensión apresurada ni distraída. La escritura tiene relación con lo neutro, pero que a su vez deja entrever lo racional. Esto se lee en Seis propuestas para el último milenio, ensayo de Italo Calvino publicado póstumamente, donde el autor dice que a la escritura de Galileo se le podría aplicar la leggerezza combinando unidades mínimas y la rapiditá, citando para ello la metáfora del caballo utilizada por Galileo para demostrar la velocidad de la mente humana, imagen utilizada por primera vez por el científico pisano.

La velocidad de pensamiento se percibe en Diálogo sobre los dos máximos sistemas del mundo, en la voz de Sagredo; mientras Salviati es quien razona y procede con prudencia, Sagredo imprime un discurso veloz. 

La escritura de Galileo utiliza especialmente la nominalización, las repeticiones de palabras, de sinónimos, de fórmulas o palabras apositivas.

Galileo empleó el baricentro, que siendo un término específico de la física y la geometría, es utilizado para representar sintáctica y semánticamente aquello que el científico consideraba un centro, un punto de equilibrio de la estructura de las frases y del significado al final del período; con el cual podía anticipar frases objetivas, otras secundarias de manera explícita o implícita, cambiando de algún modo al final el equilibrio sintáctico de toda construcción.

Galileo observa en distintos siglos que la literatura era la comunicación entre lo diverso. Sintetizando, se puede decir que existe en Galileo un modelo de escritura, de elegancia, de vigor y de precisión. Galileo, aunque lo tenía prohibido por el decreto de 1616, presenta dos nuevas pruebas de carácter experimental y observacional a favor de la teoría copernicana. La basada en el movimiento de las mareas, errónea, y la basada en la rotación de las manchas solares, acertada y que refutaba tanto la ptolemaica (ya descartada por las fases de Venus), como la de Tycho Brahe, en cuya defensa se habían refugiado los jesuitas del Colegio Romano. Esto motivó la intervención de la Inquisición, que sólo le permitía a Galileo el presentar la teoría como mera hipótesis, y no presentar pruebas a su favor.


 ”PERO SE MUEVE…” 



Por otra parte, Galileo tiene en Roma poderosos enemigos, fundamentalmente entre los jesuitas del Colegio Romano, especialmente Christoph Scheiner y Orazio Grassi, quienes se consideraban la rama intelectual de la Iglesia, y quienes pudieron ser quienes iniciaron el rumor de que el Papa Urbano era, en realidad, el simpático pero poco brillante Simplicio. Esto fue muy perjudicial para Galileo, pues en Roma era muy conocida la enorme autoestima del Papa. Por otro lado, tampoco ayudó a Galileo el escribir su citada obra en lengua vulgar, en vez de hacerlo en el idioma culto utilizado entonces entre los hombres de ciencia, el latín, pues a la Iglesia no le gustaba que las obras llegaran directamente al hombre de la calle.

El proceso realizado por la Inquisición fue irregular, pues a pesar de que el libro había pasado el filtro de los censores, se le acusaba de introducir doctrinas heréticas. Puesto que esto dejaba en mal lugar a dichos censores, la acusación oficial fue de violar la prohibición de 1616.

El proceso comenzó con un interrogatorio el 9 de abril de 1633, donde Galileo no reconoce haber recibido expresamente ninguna orden del cardenal Bellarmino. Por otra parte, dicha orden aparece en un acta que no estaba firmada ni por el cardenal ni por el propio Galileo. Con pruebas endebles es difícil realizar una condena, por lo que es conminado a confesar, con amenazas de tortura si no lo hace y promesas de un trato benevolente en caso contrario. Galileo acepta confesar, lo que lleva a cabo en una comparecencia ante el tribunal el 30 de abril. Una vez obtenida la confesión, se produce la condena el 21 de junio. Al día siguiente, en el convento romano de Santa Maria sopra Minerva, le es leída la sentencia, donde se le condena a prisión perpetua, y se le conmina a abjurar de sus ideas, cosa que hace seguidamente. Tras la abjuración el Papa conmuta la prisión por arresto domiciliario de por vida.

Giuseppe Baretti afirmó que después de la abjuración Galileo dijo la famosa frase «Eppur si muove» («Y sin embargo se mueve»), pero según Stillman Drake Galileo no pronunció la famosa frase en ese momento ya que no se encontraba en situación de libertad y sin duda era desafiante hacerlo ante el tribunal de cardenales de la Inquisición. Para Stillman si esa frase fue pronunciada lo fue en otro momento.

Galileo permanece confinado en su residencia en su casa de Florencia desde diciembre de 1633 a 1638. Allí recibe algunas visitas, lo que le permitió que alguna de sus obras en curso de redacción pudiera cruzar la frontera. Estos libros aparecieron en Estrasburgo y en París en traducción latina.

Unos días más tarde, el 8 de enero de 1642, Galileo muere en Arcetri a la edad de 77 años. Su cuerpo es inhumado en Florencia el 9 de enero. Un mausoleo será erigido en su honor el 13 de marzo de 1736 en la iglesia de la Santa Cruz de Florencia.

A partir de Pío XII se comienza a rendir homenaje al gran sabio que era Galileo. En 1939 este Papa, en su primer discurso a la Academia Pontificia de las Ciencias, a pocos meses de su elección al papado, describe a Galileo «el más audaz héroe de la investigación... En 1979 y en 1981, el papa Juan Pablo II encarga una comisión de estudiar la controversia de Ptolomeo-Copérnico de los siglos XVI y XVII. Juan Pablo II considera que no se trataba de rehabilitación.

El 31 de octubre de 1992, Juan Pablo II rinde una vez más homenaje al sabio durante su discurso a los partícipes en la sesión plenaria de la Academia Pontificia de las Ciencias. En él reconoce claramente los errores de ciertos teólogos del siglo XVII en el asunto. Pidió perdón por los errores que hubieran cometido los hombres de la Iglesia a lo largo de la historia.

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