martes, 23 de julio de 2013

Re-conociendo-nos



Recientemente, asistí a la presentación de “El Hacedor de Lluvia” que se presentó en el marco de la celebración de los 19 años del Museo de la Universidad de San Carlos, NUSAC, que integró esta actividad a la Exposición homenaje que tiene en torno al vital líquido.

 La idea de este trabajo escénico es •fusionar e integrar ideas, ritmos y sonidos para promover la convivencia pacífica en una sociedad multiétnica y pluricultural”. “Combina armonías y melodías de las culturas mesoamericanas, sudamericanas y africanas. Una mezcla de sonidos que son de los corporales hasta los electrónicos, creando así música como no hay otra igual”, citas del panfleto dado a manera de Programa de Mano a los asistentes.

Se autodefine como “música invocadora de nuestro propio ser que nos transporta a la libertad, a nuestras raíces y nos conecta con la naturaleza y con la vida misma”, lo cual es cierto en el sentido que la combinación de vanguardia experimental y antigüedad reafirman en este caso nuestra identidad. Su creador, el maestro del arte, de la vida y de la religión primordial, Ranferì Aguilar.

Leemos en el blog http://ranferiaguilar.blogspot.com/ que Ranferí, nació en Guatemala en 1960, “estudió guitarra clásica desde los 11 años en Bolivia con el instructor brasileño Mario Rodríguez Serrano, el español Pedro García Rippol, y en Ecuador con el maestro Emilio Lara. A su regreso a Guatemala, fundó Alux Nahual junto a sus primos Alvaro y Plubio Aguilar en 1979. La banda, que se convirtió en la más importante del rock centroamericano, se separó en 1999. Desde temprana edad Ranferí mostró un gran interés por el arte con contenido étnico y social, tanto en Bolivia como en Ecuador. En Alux Nahual, ya en tierras mesoamericanas, inició su búsqueda de raíces mayas. Al dejar el grupo, Aguilar pudo seguir experimentando con la etnofusión y el uso instrumentos y artefactos autóctonos. Dicha investigación, que está apoyada en importantes antropólogos y etnomusicólogos del país, es un punto de partida para un proceso creativo y no puede ser clasificada como música maya tradicional. Su propuesta es más bien una fusión de instrumentos antiguos con melodías contemporáneas, es su propia interpretación de lo que sus descubrimientos le han aportado”.

 La fusión étnica de Ranferí Aguilar reconstruye las sonoridades de los antiguos mayas a través de su propia visión de artista y las transforma en una experiencia interior que sobrepasa el mero acto de escuchar en lo que se ha considerado como una nueva etapa en su carrera, resultado de la investigación de la mitología y la iconografía de los antiguos mayas -en especial de los vasos polícromos y los murales de Bonampak- y varios años experimentando con versiones actuales de silbatos de barro, tonajas, trompetas de caracol, tambores de cerámica, caparazones de tortuga y otros instrumentos prehispánicos hoy desaparecidos, acompañándolos de percusiones corporales y voces que emanan de lo profundo de sí mismo. Interesante que “este material ha sido interpretado en solitario en cavernas y sitios sagrados y expandido por la energía del público en varias presentaciones rituales musicales. en centros culturales de Guatemala, Centroamérica, Estados Unidos y varias ciudades europeas especialmente en Noruega, Suecia y Finlandia…. A diferencia de lo que sucede en otro tipo de conciertos, la música de Ranferí Aguilar no dispersa sino que concentra la energía, involucrando a la audiencia y permaneciendo con ella.

 En esta etapa destacan los denominados talleres "Sonidos Mesoamericanos" que instruyen en torno a la cultura mesoamericana a través de sus sonidos antiguos, los de los antiguos mayas, con el público en este caso los niños. Leemos en el blog http://ranferiaguilar.blogspot.com/ que para el efecto se realizan “ diferentes dinámicas rítmicas y melódicas, utilizando mi música (diferentes piezas) como base. Se escoge un grupo de 10 a 15 aproximadamente se hace una sesión de 1 hora en la que se les enseña partes rítmicas con el cuerpo, melodías en flautas de barro y cantos utilizando fonemas mayas. Se hace una pausa que puede ser de media hora y después se realiza un concierto para el resto del colegio interpretando tres ó cuatro piezas los músicos y luego los talleristas se sumen a la banda para interpretar las últimas tres piezas juntos músicos y estudiantes”. .

 “El hacedor de lluvia”, basado en una leyenda tzutuhil del lago de Atitlán, habla de una búsqueda, del camino emprendido por alguien que abandona la seguridad de lo rutinario para enfrentar pruebas y descubrir cosas, movido únicamente por su deseo inconsciente de saber más. Al finalizar el concierto usaron la técnica de participación con el público anteriormente descrita. 

Participan con Ranferì Aguilar en “El Hacedor de Lluvia”.
• Carlos Chaclán, flautas de barro voces y piezas de cerámica, quien recrea instrumentos musicales de viento prehispánicos, “utilizando su sistema organológico (distribución de las cavidades o cámaras internas)”, los cuales se lucen en las presentaciones. Deleitó a la audiencia transformando las esculturas en instrumentos de viento o tambores, armonizando música plástica y presentando por primera vez uno de dichos instrumentos cuyo sonido resulta incorporándole agua. El solo hecho de “echar el agua” fue algo que impresionó a los asistentes.

 • Mynor García, interprete e investigador de los sonidos percutivos, étnicos ancestrales, sobretodo caparazones de tortuga, tonajas de barro y tambores garífunas.

 • Juan Aguirre, músico y compositor.

No cabe duda que Guatemala es tierra de genios. Aguilar y Chaclàn abren un listado en la creación musical junto a otros nombres notables como Gabriel Yela o Carlos Seijas, por mencionar dos géneros distintos. El sello distintivo en trabajos como “El hacedor de Lluvia” es que “inician” a la sociedad en un nuevo lenguaje, el que trae consigo “la Nueva Era Maya” que es precisamente lo que ellos hacen, “volver al pasado con los ojos de hoy” para re-conocer (en el sentido semántico de la palabra) la raíz más profunda de la identidad ameriindia, lo que al final es un re-conociendo-nos, es decir, vernos los guatemaltecos “como realmente somos”. Para ello, los dioses tienen sus “ mercurios”, mensajeros, siendo Ranferi Aguilar uno de ellos por la gloria del gran Arquitecto del Universo, lo que ha vuelto un trabajo como “El hacedor de Lluvia” un profundo y místico espejo. La razón de que cautive tanto es que en el mismo nos vemos, re-conociendo-nos.

 

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