POR CESAR CHUPINA. Aquí en vez de decir “al que le venga el guante, se lo plante” sería bueno decir “al que le venga el zapato…”. Y es que cuando hablamos de la fauna presidencial latinoamericana, hablamos de zapatos grandes y no precisamente porque estos mandatarios sean patudos sino porque deben ser los hombres que con su ejemplo dejen la huella más grande en su paso en este mundo. Pues, aunque piensen algunos lo contrario, ha habido épocas en que así ha sido y nuestros países han tenido gente muy digna dirigiendo sus destinos.
Fernando Erazo en Zapatos pa´l Presidente se involucra en la metáfora tan de moda en el Arte Dramático latinoamericano que toma como elementos a figuras de poder como un Presidente –abuso de poder- y el basurero –la sociedad- en el que todos vivimos alienados, amargados y en este caso, sin decir nada, en silencio ante ese abuso. Metáfora que nace con José Mármol, en Amalia, se solidifica con Asturias en El Señor Presidente y llega al drama con impactantes textos en ámbitos como Venezuela, Chile y Nicaragua y El Salvador, entre otros. Ya era hora que en Guatemala alguien lo hiciera.
El montaje, impresionante. Nos da actuaciones verdaderamente teatrales, todas de alto nivel interpretativo y profesional. Sigue en cuanto al hacer, la línea a la que nos tiene acostumbrado Erazo y su grupo escuela Facetas, hija, sin duda ni discusión, de una de las formas de hacer teatro en Guatemala, como lo es la de la Universidad Popular con el “monstruo” de Rubén Morales Monroy (QEPD) a la cabeza. Insuperable hasta la fecha.
Pero esta vez, Erazo también nos brinda cosas nuevas. El movimiento coreográfico, cuasi grotesco (hablo del estilo y no utilizo el término peyorativamente. Lo aclaro por aquellos ignorantes y chismógrafos que llegaron a decir que Edwin Navas habló horrores del montaje cuando dijo que se circunscribía teatro pobre, sin recursos…) vuelve un ballet interesante algunas partes de la obra. Me parece, en este orden de ideas, que el traje de la niña, no debió ser tan españolizado porque connota una especie de arcaísmo ya que obviamente la mente se va a la madre patria al verla.
La integración de signos, de primera calidad. Todo bien cuidado… con un cuidado que raya en lo neurótico… pero que ha hecho de Erazo y Facetas colocarse en el sitio que lo ha hecho y gozar del recogimiento internacional que tiene así como de la simpatía de propios y extraños.
Tímidamente, este trabajo involucra al público metiéndolo con el signo decorado dentro de la trama. Cualquiera pensaría hablarían con los espectadores pero sólo pasan entre ellos en un vestigio del teatro de la crueldad y/o surrealista. Muchos símbolos corroboran dicho involucramiento. Tal el caso de los zopilotes sobre el árbol negro que se proyecta en el ciclorama y, aunque de otra manera está presente en una de las paredes del lugar del público. También la celebración de los 15 años de la muda que no es muda. Esto también. Y no digamos los mismos zapatos… enormes… como de payaso… y es que al ver la actuación de nuestras autoridades a veces pensamos estamos ante un circo de los más gachos.
Por supuesto que la obra no es panfletaria. No menciona nombres, direcciones ni teléfonos. No apunta con el dedo a ningún partido político porque al que le venga el guante (los zapatos en este caso) debe plantárselo… y esto va para todos los gobernantes de todos los tiempos y espacios. Por ello, Fernando y su elenco presentan esto de manera universal…
Como parte de la Cenicienta social me gustaría probarme esos zapatitos… tal vez me quedan y… ¿Y a usted lector (a)?
Fotos de Facetas en Festival Apolo:
Facetas en Festival Apolo |
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